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domingo, 27 de abril de 2008

el valor del valor

tira de la goma. 2008 
Supongo que todo el mundo ha sufrido, en alguna que otra ocasión, una patada en los mismísimos cataplines, así que sabrán exactamente al tipo de dolor al que voy a referirme. Se trata de un dolor intenso que se produce en el instante mismo del golpe, y que se diluye lentamente en los minutos siguientes. A veces dura mucho tiempo, o al menos, al herido en cuestión se le puede hacer eterno. Pero el dolor termina por desaparecer. Según tengo entendido, este dolor es similar a las molestias pre menstruales, así que las posibles lectoras serán capaces de ponerse en situación.
Los problemas a los que nos enfrentamos diariamente suelen ser como pequeñas patadas en la entrepierna: al principio parecen imposibles de superar, pero pasan. Y todos lo sabemos. Pasan. Y podemos hacer más o menos drama. Pero el dolor pasa.
Excepto en algunos casos.
Contados.
Quizá con los dedos de una mano.
Hace poco, alguien cercano recibió un duro golpe. Uno de los dedos de esa mano imaginaria de problemas reales.
Y he aquí una de las máximas que han regido mi vida en los últimos años:
cuando estés ante lo que tú crees el mayor de los problemas,
tómate un tiempo, respira,
y racionaliza, aunque sea utilizando el método de la comparación;
porque si no es uno de esos PROBLEMAS, de esos escritos con mayúsculas en los dedos de una mano,
acabará pasando.
Antes o después.
Pero acabará pasando.

Now Watching: Kill Bill, de Quentin Tarantino
Now Reading: los apuntes de mi próxima novela gráfica
Now Listening: Maia Hirasawa



1 comentario:

:: dijo...

El tiempo todo lo cura, y nadie es imprescindible para sonreir.

Saludos de nuevo, y casi al mismo tiempo.